Diría, en lo que no es una afirmación por falta de pruebas, tampoco una imposición pese a la ignorancia de esa intención, tampoco certeza, aquí nada es cierto, quizá tan solo una sugerencia, afanada de abandonar el paladar, tan pronta de largarse y de morir en manos de un asesino sin rostro, el viento...
Diría que nada ofende más a la vida, nada invoca más a sus despliegues estrictos, que ese momento en el que no acudes a ser...
Cuantas veces hice permanentes tantos pareceres de los que se escuchan en las esquinas, cuantas veces me he comportado incorrecto por apostar a las frases banales, cuantos lugares visite con intenciones ocultas, cuantas veces crei ser yo mientras no lo era, amedrentando entre sombras a mis virtudes y jactándome de comportamientos hechos a medida de otros...
Esas las razones de los azotes marcados en mi espalda... yo el ejecutor de la golpiza, era mi mano la que sostenía esa arma flácida tan penetrante...
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